SHOES de Lois Weber (1916)
Shoes, el miedo y vergüenza ante la miseria.
Shoes es una película delicada, articulada sobre una tremenda sensibilidad y enorme capacidad de representación de la necesidad por parte de Lois Weber, de la vergüenza ante ésta y las ganas de huir de ella con una simple adquisición: unos botines de mujer. Símbolo de elevación de estatus de una joven que trabaja en una tienda y que oculta cada día un calzado a punto de desmoronarse, con una suela agujereada y una apariencia penosa.
Lois Weber trabajó para causas sociales en zonas humildes, viviendo un tiempo en una situación precaria y eso se nota en muchas de sus películas que abordaban temas relacionados con las clases sociales desfavorecidas, los problemas del aborto y la anticoncepción, temáticas feministas, el alcoholismo y la desigualdad. Una de las directoras más importantes de los inicios del cine, reivindicada mucho tiempo después de que su carrera cayera en saco roto. Como si nunca hubiera existido.
En los últimos años existen iniciativas que alzan la voz por estas directoras pioneras, claves en su época, con excelente reputación, muy bien pagadas y a las que se le encomendaban proyectos de gran envergadura. Tal es el caso de la película encargada a Weber para hacer frente a las epopéyicas de D.W. Griffith con The Dumb Girl of Portici de la que me hice eco hace poco.
Una superproducción de la Universal, los estudios para los que trabajaban Lois Weber y su marido Phillips Smalley planteada como lo nunca visto hasta esos años. Ese detalle y las numerosas películas con los grandes estudios y su productora propia (Lois Weber Productions) consolidan la imagen poderosa atribuida a la directora, capaz de acometer cualquier proyecto con su profesionalidad.

Mary McLaren como Eva. Mirada melancólica en primer plano.
Shoes es del mismo año que esa epopeya realizada a lo grande que contó con la bailarina Anna Pavlova a la que se pagó una gran suma de dinero para servir de señuelo para el público. En cambio, esta película que nos ocupa está adaptada de una historia de Stella Wynne Herron y es muy intimista, sencilla, aunque universal en su temática. El motivo de la desgracia de la protagonista es simple, muy concreto.
Se construye la narración sobre el terrible deseo de la adquisición de un par de botines nuevos que le permitan disimular la penosa situación familiar donde ella se ha convertido en cabeza de familia, con un padre vago que se pasa el día en la cama fumando, bebiendo cerveza y una madre que tiene que administrar los cinco dólares semanales que aporta la joven a duras penas.
Eva mira cada día al salir del trabajo un escaparate donde brillan los flamantes botines iguales que los de ella antes de llegar a casa exhausta para ayudar a su madre y hermanas acabando con un baño de agua caliente que alivie los dolores y heridas en sus pies. La chica vive un proceso depresivo, ansioso por la evidencia de que debe pasar otro mes para su adquisición. Una compañera sin demasiados escrúpulos le presenta a un conocido, un cantante de cabaret desagradable, que aprovecha su vulnerabilidad para que se prostituya.
Y así transcurre la totalidad de la película hasta llegar a prostituirse para conseguir dinero y poder comprar su calzado nuevo. El proceso de progresiva angustia, de bochorno por la calle, de aspirar a una vida mejor, de idolatrar la vida de las clases burguesas… Hasta conseguir su sueño de una forma enlazada con al arrepentimiento posterior. Aunque la película no sea una tragedia en sí con personas moribundas por enfermedades, sin hogar, familias numerosas o jefes explotadores, la chica vive la suya propia.
El calzado maltrecho que arregla cada noche para que no se caiga a trozos simboliza y pesa demasiado. Es el paso a un futuro mejor, a soportar mejor un padre indolente y egoísta, a poder salir con amigas a pasear sin tener que esconderlos debajo de unos largos vestidos o el mostrador de su trabajo. Es el todo o nada y se la juega.
La película está restaurada y se nota, aunque hay alguna escena bastante deteriorada. Tiene un tono sepia que la hace muy agradable, pero lo mejor es la puesta en escena de Lois Weber, dando protagonismo al objeto en constantes primeros planos, en describir escenas en el hogar tremendamente humanas, en revelar el estado psicológico alterado de Eva. Unas sobreimpresiones en la habitación representando su pensamiento triste por tener un padre así y con la mano de la pobreza que la amenaza, así como el paso de sus botines viejos a unos relucientes, son momentos muy destacables.
El momento de la transformación para salir con el cantante cambiándose el peinado para parecer mayor y mirándose a un espejo roto es muy elocuente (con escenas muy parecidas en otras películas posteriores muy famosas), siendo muy consciente del dolor que le proporciona, pero al que se ve abocada. La escena más desagradable se resuelve con una elipsis, pero la mirada de deseo masculina y la mano insolente que se posa sobre su hombro son muy descriptivas de lo que le espera a la adolescente.

Transformación en sobreimpresión en botines nuevos en el pensamiento de Eva.
La actriz que protagoniza la película tiene una expresión hecha para la melancolía y la languidez (Mary McLaren), una chica con una mirada muy llamativa que también me sorprendió en la película Bread (1918) de Ida May Park, con una temática parecida. Buscando en la prensa del momento, encuentro en The Movie Picture Weekly en un artículo llamado “The Strange Case of McLaren”.
En él contaban que la estrella McLaren fue un descubrimiento de Weber, un extraño caso en la pantalla, calificándolo de “cuento de hadas”. Un encuentro fortuito en el que se le quedó grabado su rostro, preguntándoles enseguida si buscaba trabajo y si había hecho cine, a lo que McLaren contestó que no. Circunstancias que no impidieron que fuera “el mejor descubrimiento de Lois Weber”, según la revista de 1916 y que llegara a protagonizar películas.
En ese mismo espacio reflejan: “A Lois Weber, la productora de esta obra maestra, le corresponde la mayor parte del mérito. Su delicadeza al tratar un tema sensible, su percepción del tiempo al introducir el pathos y su análisis psicológico de la deplorable situación”. (Ver extractos de las revistas al final de la publicación).