Rudolf Strélitz en Barrabas. Louis Feuillade.

BARRABAS (1919) de Louis Feuillade

El serial criminal más perfeccionado. Barrabas.

Antes de abordar el serial Barrabas, se hace necesario transitar por su director y los orígenes del cine que rodeaban al crimen y del que se hizo eco desde sus albores. Que Louis Feuillade es el rey del serial mudo francés y mundial es algo irrefutable. Muy conocidas son sus aportaciones al cine criminal a partir de 1914 (antes en 1910 ya había realizado algunos distintos como películas en serie de Bout-de-Zan, Le film esthétique o La vie telle qu’ell est con el realismo que les daba unidad) como Fantômas, Les Vampires o Judex, a las que se pueden sumar algunos no tan populares, pero sí estupendos como Tih-Minh o el que nos ocupa, Barrabas, que no resuenan tanto ahora como la triada más famosa y de marca más profunda. Este tipo de películas por entregas tenía su origen el folletín literario, género caracterizado por un intenso ritmo de producción que se popularizó en el s. XIX, de carácter escapista y que optaba por temáticas exóticas, truculentas, criminales, románticas e insólitas.

Sí, Feuillade fue un gran maestro de este formato por entregas en el cine que continuaría con Le deux gamines o Parisette, que gozan de menor eco en la actualidad, pero que en su momento eran esperadas con gran expectación. Su sello fue el cine criminal, al que aportaba su rupturismo y valentía ensalzando el mal frente al bien, hecho que se le recriminó y censuró. Un género que proliferó bastante en esos años unido también no sólo a lo literario francés y estadounidense, sino a la prensa popular y al teatro del Grand Guignol parisino que espantaba al igual que atraía a un público ávido de historias de terror naturalistas, sanguinolentas y perturbadoras. A éste le encantaba (y aún hoy) acudir para ver otras realidades del reverso de la sociedad. Se dejaba seducir por relatos marginales, acontecimientos casi fantásticos, bandas organizadas y criminales, ajusticiamientos, raptos y actuación policial para restablecer el orden. Historias que no estarían tan alejadas de la realidad y que tenían cerca en París por esos “apaches” –como les denominó la prensa de la época– surgidos en barrios más golpeados que desestabilizaban la sociedad con sus actos delictivos y temibles que inspirarían guiones y hasta bailes de origen de arrabal (en Les Vampires sale una rotunda danza apache).

Carteles Fantômas y Les Vampires. Louis Feuillade.

Grand Guignol. Paris.

La temática criminal francesa estuvo presente desde los pioneros como los Lumière, Alice Guy, Georges Méliès, Segundo de Chomón, Ferdinand Zecca, Gaston Velle o un poco más tarde Capellani, Abel Gance, Léonce Perret, Maurice Tourneur, entre otros, a los que seguiría una gran estela de cineastas reconocidos en un género irreductible que desembocaría en el Polar francés. Si nos centramos en el serial estrictamente, es de justicia revelar que lo inauguraría anteriormente el gran Victorin-Hippolyte Jasset creando Nick Carter, le roi des détectives en un temprano 1908, al que le sucederían Zigomar (1911) y sus secuelas. También rodaría las dos partes de Bandits en automobile en 1912 y la primera espía sofisticada del mundo, llamada Protéa (1913) estrenada tras la muerte de Jasset, que continuarían en forma de serial los estudios Éclair en cuatro episodios de 1914 a 1919 con gran éxito.

Directores con talento también sucumbirían al serial como Germaine Dulac (Gossette, 1923), Jacques Feyder y su parodia criminal (Le pied qui étreint, 1916),  Alexandre Volkoff (La maison du Mystère, 1922) o las aventuras de Jean Epstein (Les aventures de Robert Macaire, 1925). Tan enormes sería las resonancias del serial francés, que traspasaron los Pirineos para influenciar las producciones de Hispano Films con seriales como Barcelona y sus misterios (1916) inspirada por la novela española y la estética de Fantômas, a la que seguiría La secta de los misteriosos o Elva, dirigidos por Alberto Marro.

Serial Gossette. Germaine Dulac

Serial Gossette. Germaine Dulac

Análisis de Barrabas.

Finalizada esta larga, pero ineludible introducción, me detengo en Barrabas (1919) creada cuando ya Louis Feuillade contaba con un gran bagaje y dominio cinematográficos que se traducen en una narrativa visual más elaborada (y con mejor tecnología) que en entregas anteriores. Sin menospreciar ni mucho menos sus seriales precedentes (excelentes, sobre todo la obra maestra Les vampires, consolidando entre todos un imaginario e iconografía identitarios en torno al crimen), sí se aprecia en éste que describo un interés por enriquecer el lenguaje cinematográfico a través de una mayor variedad de planos dramáticos de sus personajes, habiendo más acercamiento de la cámara, alternancia de tipos de planos y una composición en exteriores muy vistosa. Todo unido a unos interiores aún más atractivos con ese lujo que caracterizaba a sus frecuentes mansiones o villas que elevaban la estética de sus películas sumado a escenas misteriosas nocturnas que representaban también su sello. Feuillade prosigue en Barrabas con sus tramas delictivas que tanta gloria le dieron, escribiendo el guion novelizado después por el especialista en temática criminal Maurice Level (un habitual del Grand Guignol que montaba sus pequeños relatos macabros), creando la novela cinematográfica Barrabas según la película de Feuillade con sus mismos doce episodios.

Tal sería el entusiasmo en su tiempo de estreno de Barrabas que el crítico F. Camoin, tras ver cuatro episodios del serial en su tiempo, escribía: (Ver documento original e íntegro a continuación)

«La creación de esta considerable obra fue confiada al señor Louis Feuillade, maestro del género, cuyo nombre es sinónimo de éxito. No pretendemos, porque ello nos llevaría demasiado lejos, pasar revista a las diversas producciones fruto de la fértil imaginación del célebre novelista, pero nos complace reconocer sus cualidades de tacto y de moderación, su firme voluntad de permanecer siempre dentro de lo verosímil, manteniendo al mismo tiempo el interés de la acción. En Barrabás no se apartó de su método y sólo podemos felicitarlo por ello».

Crítica en Le Courrier cinématographique de Barrabas Feuillade. F. Camoin.

Crítica en Le Courrier cinématographique de Barrabas. F. Camoin.

Una película restaurada por el director Jérôme Champreux en 1998, que imagino es el biznieto de Louis Feuillade por su apellido, nieto de Maurice Champreux, director de fotografía y editor de Barrabas. Dividida en doce episodios y un prólogo, todos mantienen el interés por seguir con la intriga que, en este caso es algo más compleja de seguir por la cantidad de personajes que pueblan el inicio. El no saber hacia dónde se conducirá la historia, más la muerte temprana de varios de ellos provoca un serpenteo argumental que se va definiendo conforme avanza la serie. En el inicio se nos presenta al abogado Jacques Varèse (Fernand Herrmann, que ya había trabajado con Feuillade) y el periodista Raoul de Nérac (Édouard Mathé, protagonista en Les Vampires, además de estar en Judex y Tih Minh) que van a recoger en la estación de tren a la hermana del abogado, Françoise. A partir de ahí, la asistencia a una fiesta en la casa de la aristócrata Laura, frecuentada por el malvado Rudolf Strélitz (el veterano Gaston Michel, un habitual en la filmografía de Feuillade) origina un entramado de conspiraciones, deudas vitales contraídas de por vida con el jefe de la banda, sociedades secretas y asesinatos en las que Jacques se verá involucrado en lo personal tratando de investigar si realmente es hijo del asesino guillotinado Rougier.

Carteles de los episodios de Barrabas. Louis Feuillade.

Algunos carteles de los episodios de Barrabas.

Carteles de los episodios de Barrabas. Louis Feuillade.

No faltarán en la serie misterios, raptos, persecuciones, traiciones, venganzas y extorsiones de los que Feuillade era un maestro fabulador, pero acreedor de un verismo delicioso. En este caso, contextualiza realmente la trama en el antes y después de la I Guerra Mundial (que influyó en el devenir de sus anteriores seriales) retratando una sociedad polarizada con sus carencias económicas (los banqueros estadounidenses, los hombres de finanzas enriquecidos durante la guerra, la aristocracia y personas de clase baja que ascienden en estrato social), reflejando incluso en un intertítulo que Europa ha quedado devastada y la muerte de un capitán en la guerra . Todo aderezado con personajes de dudosa ética y praxis como el médico Lucius, ayudante de Barrabas (Strélitz), la enfermera arrepentida que trabajó para la sociedad, o el preso Rougier que se avergüenza de su pasado deseando una vida alejada del crimen. Todos tatuados en el brazo izquierdo (que acentúa lo siniestro de su creador) con el sello Barrabas que los ata para siempre a ese laberinto del crimen organizado capitaneado por el anciano Strélitz, cuya ambición y afán por que no salga a la luz la muerte del banquero y su amante Laura, hacen que impida cualquier movimiento del abogado Varèse y el periodista Nérac por desvelar la verdad, su implicación en los asesinatos y que se cumpla la ley.

Tatuajes de Barrabas en brazo izquierdo. Barrabas, Louis Feuillade.

Las localizaciones de Feuillade. Barrabas.

Es un gusto regresar a la geografía y localizaciones de todo tipo en los seriales de Feuillade. En Barrabas vuelve a marcar a modo de “geolocalizaciones” (si se me permite el anacronismo) con sus planos detalle recurrentes de cartas, telegramas o citas en las que salen calles, viajes a ciudades, casas, que conforman su especial biotopo sin imagen. París, Marsella, Niza, Cannes, sus villas y ‘chateaux’ constituyen la toponimia cinematográfica visual que le caracteriza, además de sus calles nocturnas (con ese tintado azul tan sugerente) a las que suma aquí algo novedoso: aquel antro con contraseña de acceso de la sociedad secreta donde tatúan también a Varèse sin su consentimiento y en el que se celebran fiestas, orgías, campando a sus anchas drogas como la cocaína en una sorprendente escena. Remarcable resulta como siempre la elección de exteriores muy bellos elegidos a conciencia con arquitecturas vistosas como el chateau de L’Aiguetta en Niza, del cual hacen una maqueta para hacerlo explotar al final o la Villa Vaucressonnière (Vaucresson)  que repite en Les Vampires y Barrabas, ahora como siniestra clínica del Dr. Lucius.

Asimismo, a los habituales trenes que tantas escenas de acción provocaron en otros seriales, tejados (menos espectacular que en Les Vampires), barcos y ríos, en Barrabas añade la tecnología del momento e inventos que se convertían en testigos de los años de los avances en una sociedad que evolucionaba deprisa. Saltos sobre un tren a toda velocidad, intentos de suicidio, vuelos en avioneta, en hidroavión, amerizajes y salvamento en agua, proporcionan un plus en los últimos episodios revelando la existencia de un mayor presupuesto en la producción. Encontramos una maqueta para simular la explosión del Castillo de L’Aiguetta tal como hizo con el choque de trenes en Fantômas.

Comparación Villa Vaucressonnière. Barrabas y Les Vampires. Louis Feuillade.

Comparación Villa Vaucreussonnière. Barrabas y Les Vampires.

Villa Vaucreussonnière.

Villa Vaucreussonnière. Photo E. Breard.

Escenas de avioneta e hidroavión. Barrabas, Louis Feuillade.

Si en Les Vampires aportó un personaje femenino rompedor como el de Irma Vep (Musidora), aquí echamos en falta a alguno así. Sin embargo, Feuillade multiplica lo femenino con la aristócrata libre Laura d’Hérigny, la vendedora ambulante y quesera Biscotine, la enfermera, la hija del guillotinado y su pequeña hija .  Y Françoise Varèse, la hermana de Jacques, que adquiere protagonismo cuando es raptada para presionar a su hermano. Aquí se revela como una chica valiente e inteligente engañando a su carcelero, fugándose por la noche de forma peligrosa del castillo por una pasarela elevada y caminando hacia unas rocas escarpadas. Y no podía faltar el contrapunto cómico de Les vampires, cambiando al actor de comedia Marcel Lévesque por Georges Biscot, que añade alguna escena graciosa para bajar el tono dramático y criminal con ese quesero Biscotin y su esposa Biscotine, ayudados económicamente por el banquero americano al haberle socorrido en un aprieto encargado por Barrabas.

En cuanto al ritmo de cada entrega, éste es bastante adecuado, despertando el interés por cada nuevo episodio, demostrando estar el director en 1919 en plena forma, aflorando el suspense en cada final que es recordado al inicio del siguiente para facilitar al público su comprensión. En prensa de la época podemos ver cómo surgía la expectación por la entrega de nuevos episodios y cómo había certeza en el éxito de su próximo serial por tener el marchamo Feuillade, que aún seguiría rodando unos años más para influir fuertemente en la cinematografía posterior.

En cuanto a formas visuales destacables, me detengo en los interiores de la casa de la aristócrata, muy bien compuestos, aportando pistas con los gestos de Barrabas mirando a cámara (un rasgo muy de Feuillade, aunque aquí menos frecuente) para hacernos sospechar o en profundidad de campo (algo también recurrente en su cine) o el del reflejo en el cristal de la mesa de Laura que duplica su preocupación por el destino de su amante. Cuando nos presenta a Barrabas en su ambiente lo hace envuelto en una negrura que no pone límites al plano, enfatizando sus tenebrosas  intenciones. La luz entre la oscuridad que entra por la pequeña ventana en el cautiverio del anciano que trabajaba en la prefectura marítima de Marsella y que ilumina su rostro enjuto, así como el de Françoise cuando es encerrada en la misma mazmorra conforman un momento de un estilismo reseñable. Los planos generales de los exteriores están dotados de una gran belleza, tanto en la naturaleza, como en las construcciones o los vuelos de las avionetas entre las gargantas de las colinas de Niza. Especialmente los planos aéreos de Niza donde se distinguen el antiguo Casino de cristal metido en esa plataforma en el mar, destruido en la ocupación alemana para servir de suministro de hierro o el famoso Hotel Negresco (también presente en películas de Léonce Perret) del que no ha cambiado apenas su entorno en la actualidad. Existe un afán de Feuillade por ofrecer imágenes de las ciudades del sur de Francia con una vocación documentalista en sus calles o a vista de pájaro como documento testimonial de esa Francia que había salido recientemente del conflicto mundial.

Rudolf Strélitz (Barrabas) fumando en penumbra.

Rudolf Strélitz (Barrabas) fumando en penumbra.

Luz que entra por la ventana de la mazmorra del castillo. Barrabas, Louis feuillade.

En definitiva, Barrabas se erige como un estupendo serial, marca de un grande del cine criminal, que conserva elementos identificables de los anteriores, pero que denota una evolución estilística y argumental. Un serial esperanzador, rodado en años difíciles y en una década que enriquecía la expresión visual del cine a pasos agigantados y que debería reivindicarse más. Muchas joyas avalan su importancia en el devenir del séptimo arte.

Barrabas mirando a cámara haciéndonos sospechar al inicio del serial. Barrabas, Louis Feuillade.

Barrabas mirando a cámara haciéndonos sospechar al inicio del serial.

Escena de la escena de la guillotina de Rougier. Barrabas, Louis Feuillade.

Escena de la guillotina para Rougier. En elipsis con la expresión de la cara de las personas.

Intertítulo explicativo del inicio del episodio. Barrabas, Louis Feuillade.

Intertítulo explicativo del inicio del episodio.

Interior sofisticado de Barrabas, Louis Feuillade.

Escena de cocaína en fiesta privada. Barrabas, Louis Feuillade.

Drogas en fiestas multitudinarias privadas.

Barrabas pilotando su avioneta hacia Niza. Barrabas, Louis Feuillade.

Barrabas pilotando su avioneta hacia Niza.

Laugier y Nérac en el muelle de Niza. Barrabas, Louis Feuillade.

El ayudante Laugier y Nérac en el muelle de Niza.

Françoise después de su fuga por las colinas de Niza. Barrabas, Louis Feuillade.

Françoise después de su fuga por las colinas de Niza.

Françoise después de su fuga por las colinas de Niza. Barrabas, Louis Feuillade.

Jacques Varèse y la antigua enfermera arrepentida. Barrabas, Louis Feuillade.

Jacques Varèse y la antigua enfermera Noëlle Maupré arrepentida.

Maqueta del Castillo de L'Aiguetta. Niza. Explosión e incendio. Barrabas, Louis Feuillade.

Maqueta del Castillo de L’Aiguetta. Niza. Explosión e incendio.

Comparación del Castillo de L'Aiguetta. Niza. Barrabas, foto de la época y actualidad en Google Earth. Barrabas, Louis Feuillade.

Comparación del Castillo de L’Aiguetta, Niza. En Barrabas, foto de la época y actualidad en Google Earth.

Comparación imagen aérea en Barrabas y foto antigua del antiguo Casino Jetée Promenade de cristal en Niza. Barrabas, Louis Feuillade.

Comparación imagen aérea en Barrabas y foto antigua del antiguo Casino Jetée Promenade de cristal en Niza. Desmantelado en 1943 por los alemanes. En la actualidad no existe.

Comparación entre imagen aérea de Barrabas del Hotel Negresco y la actualidad con Google Earth. Barrabas, Louis Feuillade.

Comparación entre imagen aérea de Barrabas del Hotel Negresco y la actualidad con Google Earth.

Publicidad de nuevos episodios de Barrabas en Le Courrier cinématographique de 1919. Louis Feuillade.

Publicidad de nuevos episodios de Barrabas en Le Courrier cinématographique de 1920.

Novela cinematográfica en castellano de Barrabas. Louis Feuillade.

Novela cinematográfica en castellano de Barrabas. Maurice Level. Foto todocoleccion.

Guion cuarto episodio Le stigmate. Barrabas, Louis Feuillade.

Guion del cuarto episodio: Le stigmate.

Anuncio nuevo serial Les deux gamines. Louis Feuillade.

Anuncio nuevo serial para 1921, Les deux gamines. Louis Feuillade. Le Courrier cinématographique.

Título de cada capítulo:

  1. Prólogo. La maîtresse du juif errant.
  2. La justice des hommes.
  3. La Villa des Glycines.
  4. Le stigmate.
  5. Noëlle Maupré.
  6. La fille du condamné.
  7. Les ailes de Satan.
  8. Le manooir mystérieux.
  9. L’otage.
  10. L’oubliette.
  11. Le revenant.
  12. Le justice.

 

Estrella Millán Sanjuán.

estrellamillansanjuan.es

 

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